¿Cómo encontrar el equilibrio entre vivir para uno mismo y ayudar a los demás?

Creo que la mayoría de la gente conoce y recuerda una de las normas básicas de comportamiento de los pasajeros a bordo: en caso de despresurización de la cabina, primero debes ponerte una máscara a ti mismo y luego al niño. En este caso no se trata de la relación con los niños, sino, en principio, de ayudar al entorno. Este enfoque va bien con el legendario «Págate primero» y refleja una posición adecuada y equilibrada hacia ti mismo.
De ahí surge la «regla del avión»: cuida de ti mismo, invierte en ti. Ayuda a los demás sin quitarte lo último.
Sin embargo, este enfoque no significa que tengas que irte a los extremos y cerrarte en general a todo el mundo. Al contrario: tienes que encontrar un equilibrio, un punto de equilibrio entre «vivir para ti» y «vivir para los demás». He aquí algunas reglas sencillas:
No te agotes con tu ego
Los seres humanos son criaturas sociales. Y es la sociedad la que nos ha convertido en lo que somos hoy.
No lo olvides. Sí, tener un Ego bien «inflado» y una inteligencia elevada es bueno, pero… Sin la capacidad de compartir tus talentos con los demás, estas habilidades son inútiles.
En nuestro blog Optimist.pw ya escribimos sobre el hombre más inteligente de la Tierra , con un coeficiente intelectual casi dos veces superior al de Einstein. Terminó su vida joven y solo, sin haber hecho nada significativo o memorable. ¿Por qué? Era egoísta y sociópata.
No te vayas a los extremos. Tanto la postura de «soy el centro de la Tierra» como la de «lo soy todo para ti y nada para mí» son perdedoras, carentes de recursos y estresantes tanto para ti como para tu entorno.
No tienes que ser un héroe todo el tiempo
Oh, ese Hollywood. Cada vez que ves estas películas, todo son héroes, que salvan a todo el mundo y ayudan a todo el mundo…
Muchas películas son buenas. Están hechas para animarnos, para darnos confianza, para ponernos en el camino correcto. Pero en la vida real, de alguna manera hay pocos héroes. ¿Cuál es la razón?
La razón es que una persona no puede decidir por todos. Además, en la vida real, estas tácticas hacen más daño que bien. He aquí un ejemplo:
Había una vez un niño. Quería ser un héroe y hacer cosas buenas. Mientras paseaba por el parque, vio un capullo de mariposa. La mariposa intentó salir de él, pero no lo consiguió.
El niño quiso ayudar a la mariposa y cortó cuidadosamente el capullo con un cuchillo. Finalmente, la mariposa salió, pero lo hizo demasiado pronto. No recibió suficientes nutrientes y sus huesos y alas aún no eran lo suficientemente fuertes. Esta mariposa no estaba en absoluto preparada para la vida. No podía volar correctamente, ni podía conseguir su propia comida. Por lo tanto, la mariposa pronto murió.
Hay muchos ejemplos de este tipo en la vida. Por eso todos los padres ricos e inteligentes enseñan primero a sus hijos los negocios antes de darles dinero. Por eso, para alimentar a un hambriento en la orilla, es mejor enseñarle a pescar que darle dinero.
Lo mismo ocurre en las relaciones con los seres queridos (y también con los que tienen dificultades): dales «una caña de pescar» y enséñales a manejarla, pero no les des siempre «peces preparados».
Nadie apreciará tus esfuerzos de sacrificio
O lo harán, pero no en la medida que tú esperas.
En un esfuerzo por ayudar a los demás, puedes renunciar a tu carrera, a tu crecimiento profesional, a tu felicidad personal, pero tarde o temprano te quedarás sin nada y te verás obligado a pedir ayuda tú mismo.
Por eso no debes sacrificarte. Si sientes que te estás convirtiendo en un rehén de las circunstancias de los demás, da un paso atrás. Hay muchas formas de mostrar tu complicidad: ayudar a aconsejar, apoyar la iniciativa de la persona que te interesa, etc. Pero no te pases de la raya.
Tu implicación en los problemas de los demás debe ser moderada, sin que te genere malestar. Recuerda que las relaciones con las personas deben aportar felicidad, no sentimientos de desesperanza y pérdida.
En cualquier relación es casi siempre un compromiso, hay una más indulgente para usted la alternativa. Siempre elegirlo, no sacrificar a ti mismo. No te pongas en una condición difícil «se me debe», en la que estarás esperando algún tratamiento especial, la gratitud especial por su contribución, y no va a seguir. Al final, no recibirás ni gratitud ni recursos para ti.
Nunca pierdas de vista tus prioridades
Permíteme recordarte la primera regla de este tema: «Págate a ti mismo primero».
En la vida, es importante tener claras tus prioridades y ceñirte a ellas. Por regla general, una persona que está satisfecha con su vida, que se respeta a sí misma y muchas de las personas que le rodean son así, desarrolla una relación más sana y equilibrada. No una relación en la que esa persona es utilizada como «donante».
Primero analizar, luego hacer
Si te sientes inclinado a «rescatar», evalúa qué resultados ha tenido en tu vida.
Cuando llegan los momentos difíciles de la vida (en los que quieres dar tu máscara de oxígeno a otra persona sin dudarlo), tienes que aprender a pensar y analizar:
- ¿Qué importancia tiene esto para ti?
- ¿Qué importancia tiene para la persona que pide ayuda?
- ¿Hay otras opciones para resolver el problema? (¿Puede la persona necesitada resolver su problema, al menos parcialmente, por sí misma?).
Responder a estas preguntas será tu equilibrio entre vivir para ti y ayudar a los demás.