La parábola del multimillonario y su hijo

La parábola del multimillonario y su hijo

Si no estás contento con lo que tienes en la vida, es hora de cambiar tu perspectiva. Es hora de ver lo que ocurre a tu alrededor de forma diferente y cambiar de táctica. O quizás de marcharte de donde estás.

Hoy voy a contarte una interesante parábola sobre una familia rica y la relación entre un multimillonario y su hijo.

Había una vez un multimillonario que educó a su hijo con austeridad y no le dio mucho dinero fácil. Primero su hijo estudió, luego hizo unas largas prácticas en uno de los negocios de su padre.

Llegó el momento, y el hijo mostró los primeros buenos resultados. Su padre le invitó y le dijo que le había preparado un regalo especial.

El padre condujo a su hijo al enorme garaje. El hijo se quedó helado de expectación. Allí había un coche. Sólo que no pudo ver qué marca de coche era, sólo una silueta cubierta por una densa tela.

El multimillonario condujo a su hijo hasta el coche y le dijo

– Tengo el primer regalo significativo para ti. Espero que lo aproveches al máximo.

– ¡Oh, padre! Muchas gracias.

Entonces el multimillonario quitó la tela. Y el hijo estaba muy decepcionado. No era un coche moderno y caro como él esperaba. Era un coche anticuado, algo destartalado, pero bastante robusto.

La parábola del multimillonario y su hijo

Tras unos segundos de silencio incrédulo, el padre habló:

– Hace muchos años compré este coche con los primeros beneficios de mi negocio. Es muy querido para mí.

– ¿Sugieres que lo conduzca? – El hijo dudó.

– No, tengo una idea mejor para ti. Ve y vende este coche, y con el dinero recibido compra el coche que quieras.

– Papá, ¿estás bromeando? ¿Cuánto me darán por este pedazo de chatarra?

– No saques conclusiones. Encuentra a alguien que te pague mucho dinero.

El hijo accedió a la demanda de su padre. Arrancó el coche y lo llevó a la ciudad.

Al principio intentó vender el coche en el mercadillo local, pero los compradores no querían darle más que un par de miles de dólares por él, y además le hacían comentarios hirientes.

Se quejó a su padre de que era imposible vender esta chatarra de coche por mucho, pero su padre le dijo

– Sólo estás vendiendo a la persona equivocada y en el lugar equivocado.

El hijo decidió probar suerte de nuevo con la venta del coche y fue a un concesionario de coches. Inspeccionaron el coche y le ofrecieron cuatro mil dólares por él. Eso no le pareció suficiente (porque no podía permitirse comprar el coche que quería con ese dinero).

Y de nuevo acudió a su padre con la misma pregunta. Pero su padre le repitió las mismas palabras:

– Sólo estás vendiendo a la persona equivocada y en el lugar equivocado.

Entonces el hijo fue a una sala de exposición de coches antiguos. Allí rodearon su coche, lo miraron, lo admiraron. Y le ofrecieron otra cantidad de dinero por él: ¡hasta 90 mil dólares! Al fin y al cabo era un coche bastante raro que no se fabricaba desde hacía mucho tiempo.

El hijo alabó el resultado a su padre, que le respondió:

– Ahora veo que has aprendido con éxito otra importante lección de vida. Recuerda siempre la historia de ese coche. Sí, sucede que una persona con habilidades sobresalientes, destrezas o algún producto o servicio valioso, puede no ser apreciado y no ser demandado en un lugar. Pero en otro lugar los esperan y están dispuestos a pagar mucho por ellos. Son recuerde que es importante encontrar su lugar. No debes detenerte en el primer mercado que veas, si no eres valorado allí. Tienes que seguir adelante y encontrar tu lugar.


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